HOMEOPATIA y FAMILIA SANA.



  
          


En memoria de aquellos que pasaron su via crucis....

Pertenecer a un circulo saludable es la garantía de identidad, seguridad y autoestima, la integración sana y asertiva de cada individuo forma, une y refuerza pilares de sujeción selladores de grietas y caídas, motivadores de subir peldaños de montañas sin esfuerzo, prolongando sucesión evolutiva de un núcleo familiar, mejor si cabe que el anterior. 
Asimismo, lo opuesto o contrario
 lo llamaríamos grupo tóxico o insano en el peor de los casos incluye agente abusador, el traidor Judas y el que se lava las manos, Pilatos. Sus cadenas sucesorias seran transmisoras de patrones copiados profanadores de las bases emocionalmente sanas.

Curiosamente, siempre hay un chivo expiatorio o persona que se revela del entorno hostil, ésta, casualmente es la mas sana emocionalmente y saca a la periferia lo que los demás esconden: Un circulo familiar enfermo.
                                                                             
                                                  Siempre aprendiendo. Gracias, Sr. De B.
   



        


La homeopatia restablece de forma natural las consecuencias de vínculos negativos, entre otros , es de interés la aportación del  Dr. Homeopata Jan Scholten, haciendo referencia a la tabla periódica hay un remedio homeopatico  cuyo compuesto "Muriatricum" haciendo conexion "Mar" y "Madre".



Chlorum, Dejar las relaciones. Dejar ir. División.
 
Dejar la relación Su relación con los demás no es muy buena. La relación siempre ha estado ahí, saben que ha llegado a su fin y tienen que dejarla. Es inevitable que todas las cosas acaben antes o después, pero tienen una tendencia a retrasar el momento. Sienten que el momento adecuado no ha llegado todavía y no están preparados para cortar el vínculo.

Aferrarse a la relación: madre-hijo
Una situación típica es la de una madre y su hijo. Es una relación que tiene que terminar algún día cuando el niño ha crecido y coja su propio camino. Pero hasta que llegue ese momento la relación es inevitable y muy fuerte. El niño tiene que aferrarse a la madre para sobrevivir en el sentido más literal de la palabra. La madre también está "obligada" a esta relación; ella no puede salir de la situación sin poner en peligro la vida de su hijo.


Dejar ir el todo por el bien de la otra persona: la madre

Una madre también tiende a renunciar a todo por el bien de su hijo, especialmente cuando su hijo está en peligro. Está constantemente pendiente de las necesidades de su hijo: cuando el niño llora en la noche ella está allí antes  de que nadie se de cuenta.



Las relaciones con las personas necesitadas: cuidado, crianza Tienden a buscar a las personas que necesitan ayuda. De esta manera se aseguran de que la otra persona no le dejará ir fácilmente, porque esa necesidad les hará aferrarse a la relación. El cuidado y la crianza es un tema importante. Les gusta ayudar a otras personas y crear un vínculo basado en la atención que ofrecen. Otra posibilidad es que necesitan mucho cuidado y atención a sí mismos y utilizan este hecho para crear un vínculo. Esta es una especie de situacion que surge de manera natural cuando el niño es muy pequeño y necesita de su madre constantemente. Puede continuar y alargarse muchos años si el niño actúa  como si fuera indefenso y dependiente.


El aferrarse a la comunicación: la atención La atención es otro tema central. Ellos necesitan y demandan mucha atención. Como un gato que está sentado exactamente en esa pagina de periódico que usted está tratando de leer.
O pueden llamar mucho la atención, una vez más para mantener la comunicación.



Exigir la comunicación: la autocompasión Pueden ser muy exigente en sus relaciones, como un bebé que llora con insistencia cuando tiene hambre. Tienen miedo de perder a la otra persona y tratar de evitar esto manteniendo continuamente su atención.
Cuando la relación se vuelve a romperse se sienten extremadamente triste y amargo. Pero no hablan de ello, a pesar de su amargura es más que obvio por su comportamiento. Su aire de auto-compasión está diseñado para atraer la atención de la otra persona y persuadirlo para poner un brazo alrededor de su hombro y hacerlo de nuevo.



El final de una relación: la tristeza Pueden encontrarse en una situación en la que han perdido a un hijo, un pariente o un amigo. Ellos tienen mucho miedo de tal cosa suceda, mucho miedo de la enfermedad y la muerte y quedarse atrás. Se sienten abandonados emocionalmente y no se atreven a ir en la vida por su cuenta. O no se atreven a salir de casa cuando han crecido, por lo que permanecen con su familia de forma indefinida.

Dejando de lado las relaciones y familia: solo
Ellos sienten que no tienen nadie en el mundo y están condenados a pasar el resto de sus días en la soledad y la amargura. Pueden pasar horas y horas meditando acerca de lo que solía ser y cómo habría sido si la otra persona todavía estaba allí. No pueden dejar de lado su amor, ni de su odio. Se vuelven introvertidos y mantienen mirando a su propio ombligo, por así decirlo. Otros no son importantes más, y evitan el contacto con el resto de sus amigos y familiares. Un bebé en una incubadora es un ejemplo de un ser humano que ha sido abandonado emocionalmente.

Dejando de lado las relaciones: antisocial

En situaciones extremas puede ser que dejen de ver a otras personas, incluso cuando no hay ninguna razón válida. Su comportamiento se vuelve antisocial y no aceptan otros sentimientos de la gente en consideración.


Un ejemplo de esta situación es la de un niño abandonado, donde una madre ha puesto al bebé en una cesta y lo dejó en alguna puerta de alguna parte. Las condiciones antisociales de la sociedad en la que vive han obligado a la madre a llegar a ese extremo, el miedo a perder el trabajo y su ingreso o si no está casada y las costumbres de su pais no le permiten quedarse a su hijo.




Si quieres seguir leyendo, me pareció interesante:


5 claves para frenar las relaciones tóxicas en la familia


“Nadie merece vivir en un ambiente emocionalmente tóxico, salir de allí no es solamente necesario, es absolutamente vital”




No nos engañemos, la familia es uno de los escenarios más comunes en los que se vienen a dar las relaciones tóxicas. Quizás resulta más duro que en otros contextos porque no, no se pueden eludir. Es mucho más fácil poner punto y final a la relación con tu pareja o tu amigo que hacerlo con tu suegra, tu hermano, tus hijos, tus padres…
Lo cierto es que la familia nos viene impuesta y no podemos elegirla, lo cual requiere que nos adaptemos a ello. Esto implica que hay que aceptar el hecho de que, aunque somos personas independientes y plurales, hay ciertas normas a las que estamos sujetos debido a nuestro papel dentro del núcleo familiar.
En realidad cuanto más relevante sea para la unidad familiar la posición que ambos miembros de la relación tóxica, más dificultoso será salir de ahí o hacer frente a este tipo de relaciones.
De todas maneras hay dos tipos de familias: las rígidas y las flexibles. Son las primeras en las que abunda la toxicidad, fruto del uso intenso e irracional del poder. El hecho de que alguien abuse de su poder implica gran dificultad a la hora de relacionarnos, no nos permite expresar con libertad nuestros sentimientos y opiniones, conversar o mostrarnos tal y como somos. Estos son los vampiros emocionales.
La mayor parte de nosotros ha sufrido la imposición, la envidia o el descaro de alguien que, en principio, no debería de hacernos daño de forma deliberada. Es obvio que lo más probable es que no podamos romper esa relación, pues un vínculo familiar no se deshace de forma tan ligera, pero lo cierto es que hay veces que las relaciones se recrudecen y no queda otro remedio que partir peras.
Según apunta Laura Rojas Marcos, la mayoría de los conflictos vienen originados por las luchas de poder, el sentimiento de derecho y la falta de límites. Entonces, ante un hermano, una suegra, un primo.., que nos echa en cara algo o nos daña con sus actos… ¿Cómo podemos actuar?

1. Poniéndonos en el lugar del otro: la empatía


Esto no significa que nos sometamos a sus deseos y tengamos que ceder cuando no quereros hacerlo pero sí implica mantener una disposición a escuchar y a considerar lo que nos tienen que decir.
Es importante que nos preparemos para aceptar la posibilidad de no llegar a un acuerdo sobre lo que nos pidamos. En este caso, debe existir un pacto de respeto al desacuerdo para facilitar la convivencia. Esto es: tú quieres algo que no es compatible con lo que yo deseo, aceptémoslo y sigamos.

2. Respetando la intimidad, el espacio y el tiempo de cada relación


En este sentido debemos aceptar que el “No” sea la respuesta y conseguir tolerar la frustración. Se suele decir que donde hay confianza da asco pero esto es algo que no podemos permitir, el exceso de confianza y de intromisión da lugar a los mayores conflictos familiares conocidos.

Como apunta Rojas Marcos, en las relaciones familiares se dan por hecho cosas en las que no existe acuerdo. Si se entra sin avisar en casa de un hijo o se hace una llamada a destiempo hay que estar preparados para recibir una respuesta que puede no gustarnos y que marque los límites de la relación”.

3. Siendo respetuosos y manteniendo las formas


A la hora de cuidar cualquier relación, es muy importante que no digamos lo primero que nos venga a la mente y que le pasemos el filtro de la educación y el respeto.
Es probable que una gran parte de nosotros tenga un familiar cercano que se piensa que puede decir todo cuanto le venga a la mente y que sus percepciones y opiniones están por encima de cualquiera.
Esto puede crear muchos conflictos por lo que es importante que tomemos distancia en las situaciones y pongamos límites de forma calmada, respondiendo que lo que dice está causando dolor emocional. Es importante que no nos dejemos comer terreno ante esta cuestión.

4. Siendo asertivos y utilizando las palabras mágicas


Es probable que no quieras poder, que solo quieras libertad de acción y de expresión, para lo cual esa persona es un gran obstáculo. Es tan simple como manifestar un “no puedo”, un “no quiero”, un “no estoy de acuerdo”. Es importante sentirse seguro de uno mismo y hacer uso de nuestra capacidad de elección.
Además, las palabras que menos puertas cierran son “por favor” y “gracias”. Aunque estemos en familia sigue siendo de gran importancia su uso. Expresamos consideración y amabilidad, pues mostramos respeto por el tiempo y el esfuerzo ante una petición o un favor.

5. Siendo pacientes


Ser impaciente hace que seamos más impulsivos y, por tanto, a ser irreflexivos en nuestras decisiones. La capacidad de esperar y de pensar antes de actuar es uno de los principios más importantes que deben guiar nuestras relaciones, en especial las familiares.
Puede ocurrir que no podamos solventar las dificultades que acompañan a una agotadora relación familiar tóxica, por lo que a veces se hace inevitable tomar una decisión y asumir consecuencias que pueden ser verdaderamente nefastas para el núcleo familiar.

Los vampiros y depredadores emocionales existen en todas las familias y en todos los contextos, lo importante es que sepamos identificarlos y protegernos ante ellos, así como no dejarnos guiar por la intensidad de las emociones pasajeras como el enfado. Ante todo, hay que mantener la cordura y valorar mucho la situación, teniendo en cuenta que tenemos un límite mental y físico que no conviene sobrepasar.


Bibliografia: 
http://www.anamib.com/familiar/Lafamiliaemocionalmenteecologica.pdf
Mercé Conangla i Jaume Soler autores del libro "Juntos pero no revueltos"

Fuente:
Dr. Jan Scholten homeopata y autor del libro "Homeopatia y Minerales".
http://lamenteesmaravillosa.com/5-claves-para-frenar-las-relaciones-toxicas-en-la-familia/